Queremos recomendar un texto que hará las delicias de los amantes de la prosa poética, de los libros diferentes, de los libros que rondan los márgenes siempre ocultos de la locura. La otra verdad, de la poeta italiana Alda Merini (publicado por Mármara Ediciones), es un recorrido autobiográfico de la autora de La tierra santa y Cuerpo de amor por su estancia de diez años en un centro psiquiátrico. Mejor dicho, y aceptando la nomenclatura de la época y de la misma autora, en un manicomio.
De sobra son conocidos los problemas anímicos que sufrió Merini por todos aquellos que siguieron su estela literaria hasta su muerte, hace una década. Éste es un libro de fotografías, imágenes puestas en un orden aleatorio, habitado por un sinfín de nombres demoníacos como el Penthotal, Ciclobarbital, Largactil, Haloperidol o Dogmatil. Todos ellos sinónimos y del mismo monstruo y del mismo desprecio y olvido: el que la sociedad impone ante las enfermedades mentales y los internamientos. Nos adentramos de la mano sublime de Merini en un mundo en el que la deshumanización es total y absoluta, en el que los referentes humanos más esenciales son borrados de las cabezas de los pacientes. Los electroshocks como la mayor de las barbaries concebidas por la ciencia humana nos dejarán el corazón temblando, al igual que por la capacidad de la autora para concebir la poesía, el amor, el arte, la salvación entre todo ese páramo de desolación.
Comprendemos, al terminar el libro, la quimera a la que se ven abocados todos los enfermos para llegar a ser escuchados, ya ni siquiera comprendidos. El estigma y la señal de la locura como un vínculo que separa a todo enfermo mental de la sociedad que se dice real queda, de manera sucinta y firme, plasmada en estas maravillosas páginas.
Lucha, silencio, dolor, angustia y rabia quedan concentrados en párrafos como el que os transcribimos:
B (así se llamaba nuestra jefa de sala) era una mujer terrible… una vez se concedió el placer de hablar conmigo, y me trató de tú.
–¿De verdad has estudiado? –me preguntó.
Yo asentí.
–¿Y recuerdas qué?
–Claro –respondí–, he estudiado de manera detallada cómo se asesina a las malas personas como usted.
O como en el siguiente, el cual cierra la parte principal del texto:
El hombre es socialmente malvado, un sujeto malvado. Y cuando encuentra una tórtola, cualquiera que habla demasiado lento, alguien que llora; le echa encima sus propias culpas y, así, nacen los locos. Porque la locura, amigos míos, no existe. Existe solo en los reflejos oníricos del sonido y en aquel terror que todos tenemos, arraigado, de perder nuestra razón.
¿Quiénes de los que estáis leyendo estas líneas no conocéis a este tipo de personas? ¿Quién, me pregunto sentado en la librería, no ha sido objeto de esta tiranía? Sólo los propios culpables.
Artículo publicado por Vicente Velasco Montoya, La Montaña Mágica Librería (Cartagena, Murcia), para Los libreros recomiendan.